Venecia, siempre enigmática, podría ser el título de nuestro artículo de hoy para el blog de la revista Gal-Art, ya que a través de Marco Ortolan, pintor argentino afincado en la capital del Veneto, el espectador el equilibrio perfecto entre las tradicionales imágenes de la Serenissima, y los bellos y a su vez extravagantes disfraces de Carnaval, que le han dado fama universal.
Esperamos que al lector de este blog le guste este artículo, publicado en pleno verano, pero que sin duda, nos retorna a la magia y hechizo de una de las tradiciones más populares del invierno.
Marco
Ortolan es un artista argentino, nacido en Buenos Aires y la colección de
pintura dedicada a Venecia, la presentó en el Centro Cultural de Borges con una
gran aceptación por parte de crítica y público.
Ortolan es la fuerza expresiva convertida en color. Es un huracán cromático,
ventolera desatada, temporal constante, tromba creadora, galerna de luz, tifón
de ritmo, rayo que rompe y rasga. Es impulso y garra, violencia y sentido
pictórico, energía y paz. Y en el vórtice creacional, en el centro de este
maremágnum de impulsos, se encuentra este artista, supremo hacedor del color y
de la forma, imponiendo orden, estructurando todas las fuerzas que en él
coinciden. Y el resultado es una obra única.
Es la encarnación de la luz de cualquier parte europea, heredero
acrecentador de una cultura que creó una filosofía, una forma de entender la
vida, de vivir, yace en él. Ha recogido
la antorcha del pasado, la ha avivado con el estudio de los clásicos, ha sabido
infundirle las esencias de la luminosidad más pura y el resultado en su pintura.
Sus obras tienen el argumento
de las emociones íntimas y serenas. Y no le basta con la figura, no le es
suficiente con todo lo que expresa a través de la plasmación del cuerpo y el
alma femenina; añade como complemento lógico y demostrativo de su capacidad, el
ambiente, la atmósfera que envuelve su figura, sea mar o jardín, sea viento o
brisa.
Lógico es su éxito; su mensaje
llega a culturas muy diferentes, desde Argentina a todas las partes del mundo,
impactando siempre al espectador. Y es que cuando se pinta de verdad, cuando se
sabe expresar el sentimiento con claridad pictórica, el camino se hace fácil.
El éxito se lo gana a pulso día tras día y por encima de todo, Ortolan es un
comunicador nato. A través de la pintura llega a públicos muy diversos y
amplios, de culturas muy diferentes, y hasta dispares. Se puede ser buen pintor, magnífico pintor, pero es ya más difícil ser
un gran comunicador. Al mismo nivel se encuentran en él la calidad pictórica y
la capacidad comunicadora. Ello significa el éxito y a su vez se impone una
servidumbre, que es la entrega. Pero tampoco esto es un problema para él,
puesto que Ortolán es un trabajador infatigable, diría que inagotable.
Ha creado un estilo, una forma,
y múltiples son sus seguidores, sus imitadores y plagiarios. Me divierte, me
sorprende por la frescura de la que hacen gala, ver como serán muchos los que
le imiten y que puedan exponer obras parecidas pero carentes de alma. Es tratar
de entrar a saco en la obra ajena. Me
place, haber conocido a Marco Ortolan en la faceta artística, demuestra que su
trabajo es más que pintura, es como la arquitectura de la paleta, como la base
del sólido dibujo, como el posicionamiento de la figura, en definitiva, es una
realidad creada en materia y una imagen imposible de olvidar.
Venecia
es bella, pero con estas pinturas se vuelve más atractiva.
Mario Nicolás