Para esta segunda quincena de Julio, que mejor que centrarnos el el Renacimiento alemán, y una de sus máximas figuras: Alberto Durero.
El Museo de la Pasión de Valladolid expuso algunos
de sus dibujos recientemente en una exposición, que nuestra revista recogió en el número de Marzo-Abril.Espero que lo admiréis, tanto como nosotros.
El Museo de la Pasión de Valladolid expuso algunos
de sus dibujos recientemente en una exposición, que nuestra revista recogió en el número de Marzo-Abril.Espero que lo admiréis, tanto como nosotros.
ALBERTO
DURERO
Museo
la Pasión (Valladolid)
«La exaltación de la belleza» es el título de la obra que se
expone de Durero, ofreciendo un punto de vista moderno del hecho artístico: la idea de que la obra de arte es resultado
de una creación libre y superior a las tradiciones y a las normas, fruto de una
riqueza innata y de una profundidad de propósito que va más allá de la simple
representación de las formas.
Alberto
Durero es uno de los artistas más famosos del Renacimiento alemán. En su
producción abundan pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte.
Nació
el 21 de mayo de 1471 en Nüremberg, Alemania. Era hijo de Alberto Durero el
Viejo y Barbara Holfer. La pareja tuvo dieciocho hijos, pero solo tres lograron
sobrevivir. Su padre, un orfebre húngaro, fue su primer maestro, enseñándole el
oficio de orfebre y joyero.
Tras
trabajar con él durante un periodo de tiempo, el joven Durero se interesó más
por la pintura. El padre accedió a los
deseos del hijo y en 1486 ingresó en el taller de Michael Wolgemut, el
principal productor de retablos, como aprendiz de pintor y diseñador de
grabados.
Allí
permaneció cuatro años, llegando a superar la calidad artística de su maestro.
Después, realizó un viaje de estudios para ampliar su formación y conocer a
otros artistas. Fue a Colmar con la intención de entrar en el taller del
pintor y grabador alemán Martin Schongauer, pero el maestro había fallecido. Se
dirigió a Basilea y a Estrasburgo, donde realizó ilustraciones para varias
publicaciones.
En estos años, su arte refleja una enorme calidad en el
trazado del dibujo y una minuciosa observación del detalle. Finalmente, regresó a Nüremberg en 1494, ya que sus padres habían
concertado su enlace con Agnes Frey. El matrimonio le aportó el dinero
necesario para crear su propio estudio Nüremberg.
Ese mismo año marchó a Italia y visitó Venecia, conoció la obra de Bellini, Mantenga y Pollaiuolo. El viaje duró dos años, pintó castillos, paisajes y panorámicas, apuntes que después empleará en sus obras.
El
artista se había formado en un entorno influido por la escuela flamenca y la
tradición gótica alemana. Pero su viaje
a Italia le permitió asimilar los postulados artísticos del Renacimiento
italiano despertando su interés por la geometría y las proporciones
matemáticas.
Durero ha sido uno de los primeros en
introducir el concepto de la propiedad intelectual, trasladando la atención de
la práctica artesanal a la actitud, y transformando, de hecho, su taller en un
auténtico laboratorio de investigación, un centro de creación de ideas, de experimentación
y elaboración técnica, donde el trabajo
se enfocaba en la idea misma, no en el resultado, con la intención de priorizar
el papel del artista. G.A. Redacción
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