lunes, 14 de julio de 2014

Para esta segunda quincena de Julio, que mejor que centrarnos el el Renacimiento alemán, y una de sus máximas figuras: Alberto Durero. 
El Museo de la Pasión de Valladolid expuso algunos 
de sus dibujos recientemente en una exposición, que nuestra revista recogió en el número de Marzo-Abril.Espero que lo admiréis, tanto como nosotros.
ALBERTO DURERO
Museo la Pasión (Valladolid)

«La exaltación de la belleza» es el título de la obra que se expone de Durero, ofreciendo un punto de vista moderno del hecho artístico: la idea de que la obra de arte es resultado de una creación libre y superior a las tradiciones y a las normas, fruto de una riqueza innata y de una profundidad de propósito que va más allá de la simple representación de las formas.

Alberto Durero es uno de los artistas más famosos del Renacimiento alemán. En su producción abundan pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte.

Nació el 21 de mayo de 1471 en Nüremberg, Alemania. Era hijo de Alberto Durero el Viejo y Barbara Holfer. La pareja tuvo dieciocho hijos, pero solo tres lograron sobrevivir. Su padre, un orfebre húngaro, fue su primer maestro, enseñándole el oficio de orfebre y joyero.



Tras trabajar con él durante un periodo de tiempo, el joven Durero se interesó más por la pintura. El padre accedió a los deseos del hijo y en 1486 ingresó en el taller de Michael Wolgemut, el principal productor de retablos, como aprendiz de pintor y diseñador de grabados.

Allí permaneció cuatro años, llegando a superar la calidad artística de su maestro. Después, realizó un viaje de estudios para ampliar su formación y conocer a otros artistas. Fue a  Colmar con la intención de entrar en el taller del pintor y grabador alemán Martin Schongauer, pero el maestro había fallecido. Se dirigió a Basilea y a Estrasburgo, donde realizó ilustraciones para varias publicaciones.



En estos años, su arte refleja una enorme calidad en el trazado del dibujo y una minuciosa observación del detalle. Finalmente, regresó a Nüremberg en 1494, ya que sus padres habían concertado su enlace con Agnes Frey. El matrimonio le aportó el dinero necesario para crear su propio estudio Nüremberg.  

Ese mismo año marchó a Italia y visitó Venecia, conoció la obra de Bellini, Mantenga y Pollaiuolo. El viaje duró dos años, pintó castillos, paisajes y panorámicas, apuntes que después empleará en sus obras.

El artista se había formado en un entorno influido por la escuela flamenca y la tradición gótica alemana. Pero su viaje a Italia le permitió asimilar los postulados artísticos del Renacimiento italiano despertando su interés por la geometría y las proporciones matemáticas.


Durero ha sido uno de los primeros en introducir el concepto de la propiedad intelectual, trasladando la atención de la práctica artesanal a la actitud, y transformando, de hecho, su taller en un auténtico laboratorio de investigación, un centro de creación de ideas, de experimentación y elaboración técnica, donde el  trabajo se enfocaba en la idea misma, no en el resultado, con la intención de priorizar el papel del artista. G.A. Redacción

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