lunes, 2 de junio de 2014

Iniciamos el mes de junio con un artículo dedicado 
a la pintura acuática de Erik Zener. Una obra que "engaña" a la vista, 
puesto que cualquiera puede pensar que se trata de fotografía, 
cuando en realidad es una magnífica pintura realista.

Aparecida en un reciente número de Gal-Art, y en la sección "El ojo avizor" esta obra permite disfrutar de una magnífica técnica, 
y de una temática muy relajante, que además nos invita a estado de felicidad.


ERIK ZENER Y EL ENTORNO ACUÁTICO




El agua, ese elemento incoloro, inodoro e insípido, fuente de vida y bienestar,  sirve de inspiración  para el realismo de Erik Zener,  a través de una obra,  donde la mirada del espectador,  se complace en contemplar la sensación de alivio y libertad,  que representa el hecho de zambullirse en el mundo acuático, para la realización de nuestras vidas. Suspendidos en un universo vulnerable representado por  el mar,  un lago o una piscina, podemos sentir una la balsámica sensación de abandono temporal de nuestro mundo “de arriba”.






Desde hace varios años, su perspectiva del agua,  ha dejado en gran medida de mostrar un enfoque emocional ambiguo. En lugar de ser testigo,  Zener  prefiere introducir al individuo en su redentor entorno acuático,  de un modo  subjetivo teniendo en cuenta las intenciones de los sujetos, y haciendo caso omiso a la representación de la figura tradicional en la historia del arte, que suele ser de forma neutral, o sombría habiendo entre las dos, una delgada línea de ambigüedad.


Para el artista, es un reto agradable capturar ese estado de felicidad del ser humano en la pintura, y de asumir el estigma de imágenes prosaicas, a fin de huir de esa  historia de tormento que en buena parte lleva de por sí la historia del arte, en gran medida, procedente del mismo artista, y que muchos suelen reflejar en sus obras, lo que indirectamente también atormenta a al espectador.

Otra de las características de su obra son las burbujas, en constante aumento y movimiento. Representan el dejarse llevar a través de los sueños y los recuerdos, para retornar a la superficie, es decir a la realidad, a través de un del fluir de sentimientos.





A partir de un ambiente cálido, ese universo oscuro y acuoso en el que se suspenden, sin aliento los personajes de las obras de Eric Zener, hace advertir al espectador que  algo inconsciente está fuera de nuestro “hogar temporal”: el mundo acuático.  Una vez fuera de ese santuario, es hora de volver a tener la primera respiración;  hay que rendir pleitesía a nuestro anfitrión mortal.

El ojo avizor

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