miércoles, 30 de julio de 2014

Finalizamos el mes de julio y la temporada, con un artículo no exento de curiosidad por su temática: La cartografía, que en un principio, poco tiene que ver con el arte, y en el siglo XXI, puede afirmarse con rotundidad que esto es absolutamente cierto. Pero entre los siglos XV al XIX, los mapas servían de guía y de conocimiento de los territorios, y también como un elemento más de la expresión artística, gracias a los llamados "cartouches".

El Museo de Mataró ofreció durante la primavera pasada, una interesante muestra de cartografía. Un total de 40 mapas procedentes de una colección particular, que abarcaban los siglos XVI al XVIII.

¡¡¡Esperando que sea de su interés, la dirección de la revista Gal-Art, desea a sus lectores y amigos un buen estío y unas agradables vacaciones!!!


LA CARTOGRAFIA A TRAVÉS DEL ARTE



En conmemoración del tricentenario de la Guerra de Sucesión de 1714 –El Museu de Mataró – Can Serra, presentó la muestra CARTOGRAFÍA i GUERRA A LA CATALUNYA MODERNA (Cartografía y Guerra en la Catalunya Moderna), en la que se exhiben aproximadamente un total de 40 mapas de entre los siglos XVI al XVIII de la geografía catalana, pertenecientes a la colección de Jaume Mayol i Roca (1914-2008), quien durante años reunió una inmensa y valiosa recopilación de cartografía antigua. 

                                                                            
La historia de la cartografía es un reflejo de la actividad cultural de una sociedad.  Los

documentos cartográficos representan el mundo en cada época histórica.


Si hay algo que resalta en la cartografía antigua, es el poder de la imaginación. En esta época encontramos distintas escuelas: la portuguesa, la italiana, la francesa etc. destacando la escuela holandesa, que se caracteriza por su cartografía armónica, ordenada con una representación muy clara y muy buena, a la que se ha denominado también “la cartografía de los sabios”, que empezó  a realizar atlas, y donde los mapas aparecen orientados con el norte hacia arriba.

A medida que se catalogaban los mapas, se fue forjando el arte y la ciencia de la cartografía que incluyó a los más originales artistas de todos los tiempos. Dándose cuenta cómo se trazaban los límites, pero también la información que residía en cada mapa, apareció el Cartouche, es decir, las imágenes que se insertaban en los mapas, y eran centro de interés según pasaron las épocas. En el Rococó, tuvieron más importancia, ya que no se puede hacer historia sin geografía y viceversa. Pero a medida que pasó el tiempo la simplicidad y la información, le ganó la batalla a la descripción, desapareciendo por completo en el siglo XIX.
                               

Los Cartouche (las miniaturas o iluminaciones) que pueden observarse en esta muestra,  amplían propiamente la información geográfica, utilizando temas de la mitología griega y romana, así como presentaciones de carácter heráldico, lo que daba a entender la importancia del dominio territorial, en una época de lucha entre imperios. No obstante, también pueden observarse en esta exposición, algunos ejemplos de con personajes históricos, en especial el rey Felipe V.
Como ejemplos, pueden citarse la iluminación del mapa de Johann Baptise Homann, plena de movimiento y la fuerza de donde puede verse como el archiduque Carlos de Austria recibe el cetro de la monarquía hispánica de Cibeles, diosa de la fertilidad y de la tierra, contemplado tal hecho por figuras alegóricas a la Justicia y a la Victoria, desarrollándose ante ellos una escena de combate de carácter mitológico. 




Jan Baptist Vrients recibió el encargo en 1602 por parte de la entonces por la Diputació del General, del que puede considerarse el primer mapa del Principado de Catalunya. En el Cartouche puede verse a dos ninfas, simbolizando la naturaleza propia del país, situadas al lado del escudo catalán,  que sujetan las riendas del mismo gracias a la unión establecida a través de la Diputación de Barcelona.                                                                                          
  



Otro de las más bellos cartouches lo ofrece el mapa de Nicolas Visscher realizado aproximadamente en 1677, donde se entremezclan la mitología greco-romana y el cristianismo.  Neptuno rodeado de tritones, rinde homenaje al principado catalán por el que suenan alegóricas trompetas celestiales, mientras dos amorcillos sujetan el escudo del entonces condado de Barcelona.







La combinación de elementos antes expresada, también puede apreciarse en todo su esplendor en el mapa de Jean Baptiste Nolin, editado en 1703, donde de inferior a superior, pueden verse dos tritones soplando unas singulares caracolas en forma de trompeta, mientras que a escala superior puede verse dos ángeles vestidos con túnicas que simbolizan el poder territorial, culminando la miniatura en un armorial con diversas banderas. 


Como puede observarse por las distintas piezas comentadas, la exposición en referencia a los cartouches, es absolutamente exquisita, plagada de detalles, donde el color resalta la fuerza y el poder territorial. No obstante, el dibujo por sí mismo, y en blanco y negro, también destaca en todo su esplendor, especialmente el mapa de la Parte Oriental de la Espagna de Vincezo Maria Coronelli, fechado en 1691, donde en el margen inferior derecho puede observarse a una arpía de sable, en un llamado campo de oro, y con todos los escudos de los reinos y condados que por aquellas fechas constituían el área mediterránea de la península ibérica. 





A cualquier visitante de exposiciones de arte, llamaría poco la atención una muestra sobre cartografía del siglo XVIII, ya que los mapas pertenecen más a la ciencia de la geografía que propiamente al arte. Sin embargo, la selección de hermosas miniaturas que presentamos en este artículo, muestra como los mapas de antaño, suelen estar primorosamente impresos, lo que les sitúa también en la historia del arte.

Marta Teixidó

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