martes, 17 de marzo de 2015

Un nuevo artículo para nuestro blog, como siempre, extraído de uno de los últimos números de la revista Gal-Art.

Un merecido reconocimiento a un singular pintor y dibujante.


HOMENAJE A JOAN BARBERÀ

A finales del 2013 nos dejó un artista de gran sensibilidad, meticuloso, preciso, perfeccionista, irónico, todo un ejemplo de fuerza y superación vital, una persona integral tanto en su forma de vivir como en la de trabajar. No era artista por formación, sino que fundamentalmente lo era por vocación por las artes en general y plásticas en particular. Pintor de origen, excelente y distinguido grabador en el arte más importante de su vida.

Nacido en el 1927 su trayectoria ha sido fértil y larga. Ha trabajado en todos los campos: en el del grabado, la pintura, el dibujo, la bibliofilia, la edición de libros... es decir, un claro sentir por todo aquello que son las artes en papel y esta concepción global del arte. Fue nombrado miembro académico en el 2002 para la Real Academia Catalana de las Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona.


Presenta una obra rigorosa, virtuosa, profunda con gran sensibilidad que denota sus conocimientos técnicos al servicio de una intensa creatividad. Conocedor del estilo clásico, evolucionaba hacia un estilo personal propio, de formas y colores, estructuras y significaciones. En efecto, el gran conocimiento que tiene de las diferentes técnicas gráficas hace que de sus obras emerja una calidad matérica difícil de igualar. Barbarà es como un alquimista, que descubre nuevas fórmulas y métodos en aras de transformar la materia. Tanto sus veladuras como los pigmentos y collages contribuyen a hacer posible un todo unificado, sereno y coherente. Su buen hacer queda latente en sus pinturas de bodegones, en grabados como la serie «Negre sobre Negre» o los de la temática de la antigua Grecia y en sus libros de Bibliófilo: «De París a Olot» o de «Eivïssa, Esguard sobre les Pitíuses».


Nos dejó durante su retrospectiva dedicada a la Mediterránea en el Museo de Montserrat, presente en la sala Pere Daura, comisariada por su hijo Tristán Barbarà y Francesc Miralles. Exposición itinerante e internacional, está prevista que vaya a Francia e Inglaterra: al Museo Goya de Castres, la National Gallery de London y la Bibliothèque Nationale de France. La muestra tiene como fiel conductor la temática de la Mediterránea, seguramente su gran pasión, la naturaleza en sí: paisajes, montañas, árboles, arquitectura y personajes.



Nacido en un momento clave de la historia del arte en Cataluña. Con 16 años inauguró ya su primera exposición en una sala de Sarria cuando corría el año 1943, junto con nombres reconocidos como Joan Ponç y Arnau Puig y todos aquellos que son la antesala de los miembros de Dau al Set. Empezó trabajando en Barcelona, su ciudad natal, en el taller de Francesc Mèlich. Posteriormente al igual que los artistas Modest Cuixart y Antoni Tàpies en 1956 recibió oportunamente una beca del Instituto Francés de Barcelona y marchó a París a trabajar en varios talleres calcográficos. Esta etapa fue su cuna de aprendizaje, donde vivió intensamente la relación con el mundo de los artistas de las vanguardias y aprendió y profundizó en todas las técnicas del campo del grabado. 




Lo hizo en los mejores talleres posibles de la época: en el taller de Georges Leblanc y en el de Roger Lacourriere. Luego creó junto a Lluís Bracons el Atèlier de Recherches Plàstiques et Téchniques Calcographiques. En 1966 el editor Gustavo Gili lo llamó para que llevara su Taller de Grabados. Más tarde sería Maeght quién solicitaría su sabiduría hasta que en el 1973 se trasladó a su definitivo taller propio, el Taller 46 Barbarà, donde los artistas que van a crear allí, no encuentran límites, pudiendo realizar desde grabados para libros para bibliófilos hasta obras de dos metros de dimensión. El taller continua vigente y perdura con sus tres hijos Virgili, Tristán e Isolda y sus tres nietos Pau, Guifré y Om.



La mezcla de síntesis de artesano y artista de Barbarà, unido a lo que aprendió, profundizó, experimentó y convirtió en un ilustre el proceso del grabado, propició que muchos de los artistas contemporáneos de inclinaciones más diversas requirieran su colaboración: Miró, Beuys, Cuixart, Picasso, Chillida, Dalí, Chagall, Matisse, Mason, Hartung, Fontana, Vasarely, Saura, Ponç, Tapiès, Barceló o Plensa, por citar algunos. Esta relación fue posible por sus conocimientos, por su entusiasmo y humildad, porque supo plasmar y tratar la idea del artista en una plancha para ser estampada y crear un grabado, una obra de arte. G.A.

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