martes, 25 de junio de 2013


Os presentamos a continuación, uno de los artículos de fondo de Gal-Art, aparecido en 2010, y correspondiente a una exposición en el Caixaforum de Barcelona



RETRATOS DE LA BELLE EPOQUE

Si bien los cambios siempre conllevan un factor positivo, y son necesarios para la evolución humana, contemplando algunas exposiciones, el alma humana y sensible lamenta de veras que una época haya quedado atrás, tanto por formas de comportamiento y expresión, como de comprensión de la sociedad, de una manera de pensar, de sentir, de aparentar, de actuar y ante todo, del concepto patrimonial para futuras generaciones.

Caixaforum Barcelona presenta hasta el próximo 9 de octubre, Retratos de la Belle Epoque, una magnífica y extraordinaria muestra, muy bien seleccionada, perfectamente estructurada, equilibrada en cuanto a colocación de obra – interesante destacar los marcos que encuadran muchas de las piezas -   hasta tal punto que, si el visitante posee la facultad de una sensibilidad exquisita y elegante, quedará automáticamente rendido ante la personalidad arrolladora de los retratados, reverenciado a su vez el magisterio de los pintores, que si bien podían sentir más de un sinsabor por su profesión, eran conscientes y amantes de la misma, ofreciendo en cada obra una gran profesionalidad, sin duda, pero en algunos también, una parte de su alma, hasta tal punto que esos retratos hablan por sí solos al espectador, si este es capaz de escuchar a través de su mirada.

Según informó la nota de prensa facilitada por Caixaforum, Retratos de la Belle Époque, está co-organizada entre el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana y la Obra Social ”la Caixa”, fruto de un convenio de colaboración firmado entre ambas instituciones en septiembre del 2010.  Ha sido comisariada per Tomàs Llorens y Boye Llorens, y presenta un total de setenta y seis obras de artistas como: Giovanni Boldini, Oskar Kokoschka, Edvard Munch,John Singer Sargent, Egon Schiele, Joaquín Sorolla, Henri de Toulouse-Lautrec, Gustav Klim, Anglada-Camarasa, entre otros, cedidas por una treintena de museos e instituciones de doce países distintos: España, Austria, Rusia, EE.UU, etc.

La lectura del programa de mano indica al visitante el contexto histórico y social que abarca la muestra: “El periodo que transcurre entre la guerra franco-prusiana y la Primera Guerra Mundial (1870 – 1914), se caracterizó por un crecimiento económico sostenido y una significativa agitación política que produjo grandes cambios sociales. El retrato, con una notable demanda comercial, es el género pictórico más representativo de la época. Ilustra el nuevo individualismo del hombre moderno y su interés por la imagen que proyecta en su entorno social. Desde el punto de vista de la historia del arte, es un género que permite explicar los cambios que se producen tanto en las convenciones estilísticas como en las relaciones entre el artista y su público o mercado. Estos cambios dieron lugar al artista moderno”.

El visitante encontrará connotaciones psicológicas y claves iconográficas de una sociedad principalmente acomodada, no exenta de excentricidades, elegante y altiva, en algunos casos idealizada y sin duda, amante casi con idolatría de las apariencias, de lo socialmente correcto, obligando al artista a procurar halagar pictóricamente a las damas y ofrecer prestancia y sobriedad a los caballeros. Por supuesto, la posición social está muy presente. Se aparenta y se tienen posesiones.

Una pequeña sección de auto-retratos de artistas, entre ellos el de Joaquín Sorolla, contrasta con la autoridad de los retratados, hasta llegar al expresionismo, con el que desaparece la distinción y llega la crítica y la denuncia social.

Una exposición única, lujosa y majestuosa, didáctica en lo referente a la historia del arte y educativa por el contexto social que muestra, a la que acompaña un interesantísimo e ilustrativo catálogo, de fácil lectura y aprendizaje de conocimientos.


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