lunes, 24 de febrero de 2014

El artículo correspondiente a la última semana del mes de febrero, lo dedicamos a algo tan bucólico y embriagador como la navegación y el mar.

Un texto aparecido recientemente en nuestra publicación, y al que invitamos a todos nuestros lectores a deleitarse con hermosas imágenes de obras absolutamente geniales. 

La navegación, el adentrarse en los confines de lo inexpugnable a través de hermosos navíos o de singulares barcas, siempre a sido para el ser humano motivo de evolución y conocimiento.


EN UN TIEMPO, EN UN LUGAR
EL BARCO Y EL MAR EN TODAS SUS ÉPOCAS





La navegación ha constituido para el hombre uno de las máximas expresiones de libertad. Desde tiempos inmemoriales, el hecho de surcar las aguas ha tenido profundos y hondos significados, al margen del transporte de mercancías o de pasajeros, y el arte ha sabido captar de forma embriagadora, el espíritu aventurero de muchos marinos, hombres de mar que han comandado todo tipo de embarcaciones: buques de guerra, goletas, gabarras, barcos de pesca, o de vapor… todo un sinfín de navíos inmortalizados en hermosos lienzos.









Pero hay una vertiente de la navegación mucho más romántica y bucólica: pasear en barca por un pequeño lago, ver como los veleros se alejan lentamente de la costa hacia rumbo desconocido, o como se acercan a la misma después de una travesía. Barcas navegando o buques en dique seco constituyen un universo implícito y explicito, cuyo denominador común es el elemento líquido. A través de las distintas obras que ofrece este artículo, el lector puede captar una significativa variedad de aspectos relacionados con el hecho de navegar; desde imponentes navíos a barcas de paseo; desde charlas entre marinos o pescadores, hasta la reparación de buques.








La grandeza de los océanos simboliza lo infinito y lo eterno. La pequeñez de lagunas o la estrechez de los ríos, representan una faceta de sosiego para el alma y el pensamiento. El mundo marítimo, pródigo en formas y colores tan múltiples y variados, despeja la mente y da alas a la fantasía. El desván de Minerva


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