El artículo de fondo de hoy, está dedicado a Ray Caesar. Un artista enigmático, sugerente, no exento de cierta morbosidad, quien a través de una plasmación de la mujer, elegante, atrevida, sensual, y glamurosa,
invita al espectador a realizar un viaje al interior de sus deseos, anhelos y alguna que otra perversión.
El artículo, fue publicado el número 346, correspondiente a
Enero-Febrero de la revista Gal-Art.
La obra de Ray Caesar, es de una imaginación extraordinaria,
acompañada por una técnica perfecta que, sorprende por la creación de un
universo surrealista tan inquietante como hermoso, de imágenes enigmáticas, tan
futuristas o decadentes como delicadas y siniestras, donde los diferentes estilos,
texturas y clásica ambientación están exquisitamente conjugados, y donde la
aparente inocencia de sus jóvenes personajes -reflejo de los oscuros rincones
del alma humana- se convierte en perturbadora sensualidad.»
Si hay algo en lo que todos podremos coincidir, es en que Ray
Caesar es uno de los mejores y más inclasificables artistas actuales, un
magnífico creador de espacios y figuras, excéntricas, es cierto, y un
inagotable provocador. Es como muchos de los grandes innovadores de la pintura
u otras artes gráficas, un artista que no te dejan indiferente: sus obras
digitales, o te gustan al instante, o te disgustan inmediatamente, no hay
término intermedio.
Ni que decir tiene que a mí, en cuanto supe de él por un
comentario que dejaron en una de las entradas de música y vino.com me encantó.
De su biografía, os doy algunos datos: nació en Londres en 1958; a los pocos
años su familia se traslado a Canadá en donde empezó a estudiar Artes Gráficas
en el Ontario College of Art & Design. Actualmente, sigue residiendo allí,
en compañía de su mujer Jane y una mascota de nombre Bonnie, un extraño y poco
habitual animal de compañía: un coyote.
Tuvo trabajos siempre relacionados con su especialización, el
diseño, como por ejemplo en un estudio de arquitectura del que no guarda buenos
recuerdos (de sus diseños, dijo, salieron edificios feísimos), en una escuela
de Arte y Oficio y en una empresa de efectos especiales para cine y TV, GVFX.
De este último trabajo y gracias a sus brillantes diseños y
novedosos conceptos visuales, la serie de ciencia ficción Total Recall basada
en la novela de Philip K. Dick «Do Androids Dream of Electric Sheep?» (que
también sirvió como guión para Blade Runner), fue nominada a los premios Emmy,
Gemini y Monitor.
Compaginaba este trabajo con otro de índole menos frívola:
fue fotógrafo durante 17 años en The Hospital for Sick Children de Toronto,
retratando las reconstrucciones quirúrgicas de niños que habían sufrido
accidentes o actos violentos. Esta etapa de su vida lo marcaría absolutamente,
influyendo de forma clara en toda su obra gráfica.
Sus obras son totalmente digitales, usando modelos de diseños
en 3D para manipularlas mediante un software que va incorporando texturas y
formas, iluminaciones, sombras y reflejos, llegar a un resultado final de
increíble realismo y maravillosa belleza plástica.
Su complejo mundo artístico lo empezó compartiendo con un
grupo reducido de creadores de idéntica excentricidad y similar gusto por la
provocación: la actriz, bailarina y modelo erótico bur-lesca Dita Von Teese, el
cantante Marilyn Manson, la escritora y poetisa Rebecca Cook y otros artistas
gráficos de idénticas inquietudes como Karen Preston, Almacan, Mark Ryden o
Miriam Castillo.
Sus obras, todas ellas muy cotizadas y de complicada
adquisición (al menos los originales), es una muestra extraordinaria de
perfección técnica, surrealismo extremo, hermosura extraña e inquietante,
decadencia mezclada con modernidad exacerbada, y perturbadora sensualidad.
Sus imágenes son técnicamente perfectas, muy elaboradas y
meditadas, con mezclas de humanos con monstruos mutantes o insectos de rasgos y
delicados coloridos, enigmáticos, todo ello muy emparentado con los iconos más
famosos de la cultura pop.
Ray Caesar sólo exponen en las mejores galerías de arte surrealista
del mundo o en la prestigiosa revista cultural Juxta-poz, especializada en
obras de autores de marcado estilo oscuro y, tal vez, siniestro. Alfredo
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