Desde el blog de la Revista Gal-Art, os invitamos a un recorrido fotográfico por una de las ciudades más bellas, y también más retratadas de España: SALAMANCA.
Un recorrido por parajes y rincones que no por menos conocidos, no dejan de despertar la curiosidad, y de trasladarnos a una época d'esplendor, que la ciudad aun conserva.
Este artículo fue publicado en la sección Flash para un lienzo, en el número 344 correspondiente a septiembre-octubre de 2013
Este artículo fue publicado en la sección Flash para un lienzo, en el número 344 correspondiente a septiembre-octubre de 2013
Hablar de Salamanca es hablar de uno de esos lugares capaces
de fascinar la mirada de quien los recorre. La capital del Tormes, como un
bosque de piedra dorada con las torres de sus templos alzadas sobre el río,
puede llevar como pocas el calificativo de monumental con total exactitud.
Recorrer sus calles tanto en invierno como en verano, es
sumergirse en el dinámico ambiente estudiantil y cosmopolita que reina en la
ciudad: en invierno los cerca de treinta
mil estudiantes que cursan estudios en alguna de las dos universidades, y
después los extranjeros que acuden a los cursos de verano y los turistas, son
los responsables del secreto por antonomasia de su eterna juventud.
A pesar de la expansión urbanística que ha experimentado la
ciudad en las últimas décadas, el centro neurálgico salmantino sigue siendo la
Plaza Mayor. Construida según proyecto de Alberto Churriguera entre 1729 y
1755, es uno de los espacios públicos más elegantes que podemos encontrar en
España. Está configurada en sus cuatro lados por arcos de medio punto alzados
sobre pilares y recorrida por simétricas balconadas. De depurado estilo barroco
posee una armonía admirable. En la aledaña Plaza del Poeta puede verse una
escultura en bronce que muestra a Alberto de Churriguera sentado a una mesa de
trabajo mientras es atisbado por encima de su hombro derecho por el promotor de
esta maravillosa plaza José del Castillo, Conde de Francos.
Salamanca tiene dos Catedrales,
La Vieja y La Nueva, merecedoras ambas de una detenida visita. Y tiene muchísimas
cosas más, numerosas iglesias, conventos, colegios mayores, palacios… Pero
permitidme que le dedique unas líneas a la fachada de la Universidad, esa
maravilla plateresca construida hacia 1529. Este tapiz o estandarte labrado en
piedra dorada de las canteras de Villamayor, como casi toda la ciudad, alza
sobre una doble puerta de arcos rebajados, tres cuerpos horizontales recorridos
en sentido vertical por cinco calles enmarcadas entre pilastras, todo ello
coronado por una crestería, como si de un retablo se tratara. Y frente a ella,
contemplándola, la estatua de Fray Luis de León del que se conserva el aula tal
y como fuera en su tiempo, con toda su elocuente simplicidad.
No partiremos de la ciudad sin
cruzar el puente para ver sus catedrales reflejadas en las aguas del Tormes
donde el desconocido autor hiciera nacer a nuestro Lazarillo. Y dejaremos para
otro momento hablar de los innumerables intelectuales que desde este lugar han
dejado su impronta en la humanidad, baste citar a Francisco de Vitoria, Antonio
de Nebrija, Fray Luis de León y Unamuno.
Es
cierto el dicho: «Aquí se viene a aprender» Y también a aprehender el vuelo de
la belleza, añadimos nosotros. El ojo avizor
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