lunes, 17 de marzo de 2014

Comenzamos la tercera semana de Marzo, con un artículo dedicado a una de las mejores fotógrafos y cineastas que ha dado 
el mundo de la imagen: Leni  Riefenstahl. 


Lamentablemente denostada por su directa vinculación con el régimen nazi, hasta pocos años antes de su fallecimiento, no fue reconocida su laboren la innovación para la filmación de grandes acontecimientos.
Sirva esta publicación como homenaje por parte de Gal-Art a una mujer revolucionaria por su creatividad e innovación tanto en la fotografía como la cinematografía.



La cinematografía y la fotografía europeas han aportado a lo largo de su historia, grandes nombres que han dejado huella marcando un antes y un después.

Leni Riefenstahl (Berlín, 1902-2003),  es uno de esos nombres, que ha permanecido demasiado tiempo en el olvido, demonizada por su directa vinculación con el régimen de la Alemania nazi, apartando con ello su indiscutible profesionalidad,  sensibilidad e innovación con el uso de la cámara.

Desde niña fue entusiasta del aire libre y la naturaleza, se dedicó en principio a la danza, donde alcanzó una gran brillantez hasta que un accidente en el escenario truncó su carrera. Su admiración por Arnoldk Franck le llevó a aprender esquí y escalada, convirtiéndose así en una actriz de cintas de aire alpino. Pero su nombre se relaciona con un film: «Olimpiada».


Realizada durante los juegos olímpicos de 1936, es una epopeya del ritmo y el esfuerzo físico, que sigue siendo insuperada en su género, pese al progreso posterior de la tecnología cinematográfica, para el documentalismo, con emulsiones más sensibles y en color, lentes más luminosos y teleobjetivos más potentes. Ninguna de las ediciones posteriores de los juegos olímpicos filmados (todos ellos realizados por hombres), ha alcanzado su nivel, ni en el fotográfico, ya que todos parten de las innovaciones de la Riefenstahl de 1936. Si «Olimpiada» fue su filme más famoso (merecedor de una carta manuscrita de Stalin), «El Triunfo de la Voluntad» ha resultado su película más explícitamente política y polémica, al tratarse de un documental propagandístico sobre el congreso del partido Nazi en la Alemania de 1935. Esta cinta sigue siendo una espina atragantada de los estetas del cine, que encuentran en ella un golpe de fascinación perturbadora, pues bajo sus audaces conquistas formales, algunas no superadas y insuperables, se destila una exaltación de comportamientos y signos distintivos de la ideología nacional-socialista, la mayor fuente de dolor y crimen noticiable.


El prestigio de la Riefenstahl como productora y directora se remonta a otro filme de rotundo éxito en su país, y del que también se extrajeron maravillosas fotografías: «Das blue Licht» (La luz azul o el monte de los muertos) . Tal como comenta en sus Memorias (Editorial Lumen 1991) «Estaba descontenta con mi papel en mi última película alpina (...) Ya estaba harta de fríos glaciales, de las tormentas y de las  heladas. Anhelaba ir a las montañas sin hielo, y sin nieve y comencé a soñar. De mis sueños nacieron imágenes. De forma neblinosa reconocí el contorno de una muchacha que vive en las montañas, una criatura de la naturaleza. La veía escalando, la veía a la luz de la luna y presencié como la perseguían y la apedreaban y finalmente se precipitaba lentamente hacia las profundidades...»

En el grupo del Brenta de los Montes Dolomitas se filmaron las escenas de escalada, sin ninguna medida de seguridad. Le apasionaba el alpinismo y no tuvo necesidad de recurrir a ningún doble de sus películas. El estreno de «Das Blue Licht» tuvo lugar el 24 de marzo de 1932 con un éxito rotundo.

Leni Riefenstahl realizó además un film inspirado en la Terra Baixa de Ángel Guimerà, (Tierra Baja 1934), de la que el compositor Eugen d’Albert había compuesto con anterioridad una ópera con el mismo nombre. Caída en desgracia después de la Segunda Guerra Mundial, no pudo dirigir ningún otro film. Sin embargo, realizó libros de fotografías en el Sudan, concretamente con la tribu de los Nuba, y los Masai, admiradas hoy en todo el mundo.  Hasta los 72 años practicó submarinismo, gracias a lo cual pudo realizar bellas filmaciones y fotografías submarinas, en el Mar Rojo.

Una valerosa mujer que creyó en su obra y en su obsesión. Redacción.

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