lunes, 14 de abril de 2014

Desde el blog de la Revista Gal-Art, os invitamos a un recorrido fotográfico por una de las ciudades más bellas, y también más retratadas de España: SALAMANCA.

Un recorrido por parajes y rincones que no por menos conocidos, no dejan de despertar la curiosidad, y de trasladarnos a una época d'esplendor, que la ciudad aun conserva.

Este artículo fue publicado en la sección Flash para un lienzo, en el número 344 correspondiente a septiembre-octubre de 2013



Hablar de Salamanca es hablar de uno de esos lugares capaces de fascinar la mirada de quien los recorre. La capital del Tormes, como un bosque de piedra dorada con las torres de sus templos alzadas sobre el río, puede llevar como pocas el calificativo de monumental con total exactitud.


Recorrer sus calles tanto en invierno como en verano, es sumergirse en el dinámico ambiente estudiantil y cosmopolita que reina en la ciudad: en invierno  los cerca de treinta mil estudiantes que cursan estudios en alguna de las dos universidades, y después los extranjeros que acuden a los cursos de verano y los turistas, son los responsables del secreto por antonomasia de su eterna juventud.








A pesar de la expansión urbanística que ha experimentado la ciudad en las últimas décadas, el centro neurálgico salmantino sigue siendo la Plaza Mayor. Construida según proyecto de Alberto Churriguera entre 1729 y 1755, es uno de los espacios públicos más elegantes que podemos encontrar en España. Está configurada en sus cuatro lados por arcos de medio punto alzados sobre pilares y recorrida por simétricas balconadas. De depurado estilo barroco posee una armonía admirable. En la aledaña Plaza del Poeta puede verse una escultura en bronce que muestra a Alberto de Churriguera sentado a una mesa de trabajo mientras es atisbado por encima de su hombro derecho por el promotor de esta maravillosa plaza José del Castillo, Conde de Francos.





Salamanca tiene dos Catedrales, La Vieja y La Nueva, merecedoras ambas de una detenida visita. Y tiene muchísimas cosas más, numerosas iglesias, conventos, colegios mayores, palacios… Pero permitidme que le dedique unas líneas a la fachada de la Universidad, esa maravilla plateresca construida hacia 1529. Este tapiz o estandarte labrado en piedra dorada de las canteras de Villamayor, como casi toda la ciudad, alza sobre una doble puerta de arcos rebajados, tres cuerpos horizontales recorridos en sentido vertical por cinco calles enmarcadas entre pilastras, todo ello coronado por una crestería, como si de un retablo se tratara. Y frente a ella, contemplándola, la estatua de Fray Luis de León del que se conserva el aula tal y como fuera en su tiempo, con toda su elocuente simplicidad.







No partiremos de la ciudad sin cruzar el puente para ver sus catedrales reflejadas en las aguas del Tormes donde el desconocido autor hiciera nacer a nuestro Lazarillo. Y dejaremos para otro momento hablar de los innumerables intelectuales que desde este lugar han dejado su impronta en la humanidad, baste citar a Francisco de Vitoria, Antonio de Nebrija, Fray Luis de León y Unamuno.

Es cierto el dicho: «Aquí se viene a aprender» Y también a aprehender el vuelo de la belleza, añadimos nosotros. El ojo avizor







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