Empezamos la semana con un artículodedicado a la fotógrafa alemana
Leni Riefenstahl, publicado en el número 324 de GAL-ART,
correspondiente al mes de marzo del 2011,
con motivo de una exposición retrospectiva que en su momento
se exhibió en la ciudad de Valladolid.
Lamentablemente denostada por su directa vinculación con el régimen nazi, hasta pocos años antes de su fallecimiento, no fue reconocida su laboren la innovación para la filmación de grandes acontecimientos.
Sirva esta publicación como homenaje por parte de Gal-Art a una mujer revolucionaria por su creatividad e innovación tanto en la fotografía como la cinematografía.
La cinematografía y la fotografía europeas han aportado a lo
largo de su historia, grandes nombres que han dejado huella marcando un antes y
un después.
Leni
Riefenstahl (Berlín, 1902-2003), es uno
de esos nombres, que ha permanecido demasiado tiempo en el olvido, demonizada
por su directa vinculación con el régimen de la Alemania nazi, apartando con
ello su indiscutible profesionalidad,
sensibilidad e innovación con el uso de la cámara.
Desde niña fue entusiasta del aire libre y la naturaleza, se
dedicó en principio a la danza, donde alcanzó una gran brillantez hasta que un
accidente en el escenario truncó su carrera. Su admiración por Arnoldk Franck
le llevó a aprender esquí y escalada, convirtiéndose así en una actriz de
cintas de aire alpino. Pero su nombre se relaciona con un film: «Olimpiada».
Realizada
durante los juegos olímpicos de 1936, es una epopeya del ritmo y el esfuerzo
físico, que sigue siendo insuperada en su género, pese al progreso posterior de
la tecnología cinematográfica, para el documentalismo, con emulsiones más
sensibles y en color, lentes más luminosos y teleobjetivos más potentes.
Ninguna de las ediciones posteriores de los juegos olímpicos filmados (todos
ellos realizados por hombres), ha alcanzado su nivel, ni en el fotográfico, ya
que todos parten de las innovaciones de la Riefenstahl de 1936.
Si «Olimpiada» fue su filme más famoso (merecedor de
una carta manuscrita de Stalin), «El Triunfo de la Voluntad» ha
resultado su película más explícitamente política y polémica, al tratarse de un
documental propagandístico sobre el congreso del partido Nazi en la Alemania de
1935. Esta cinta sigue siendo una espina atragantada de los estetas del
cine, que encuentran en ella un golpe de fascinación perturbadora, pues bajo
sus audaces conquistas formales, algunas no superadas y insuperables, se
destila una exaltación de comportamientos y signos distintivos de la ideología
nacional-socialista, la mayor fuente de dolor y crimen noticiable.
El prestigio de la Riefenstahl como productora y directora se
remonta a otro filme de rotundo
éxito en su país, y del que también se
extrajeron maravillosas fotografías: «Das
blue Licht» (La luz azul o el monte de los muertos) . Tal como comenta en
sus Memorias (Editorial Lumen 1991) «Estaba descontenta con mi papel
en mi última película alpina (...) Ya estaba harta de fríos glaciales, de las
tormentas y de las heladas. Anhelaba ir
a las montañas sin hielo, y sin nieve y comencé a soñar. De mis sueños nacieron
imágenes. De forma neblinosa reconocí el contorno de una muchacha
que vive en las montañas, una criatura de la naturaleza. La veía escalando, la
veía a la luz de la luna y presencié como la perseguían y la apedreaban y
finalmente se precipitaba lentamente hacia las profundidades...»
En el grupo del Brenta de los Montes Dolomitas se filmaron
las escenas de escalada, sin ninguna medida de seguridad. Le apasionaba el
alpinismo y no tuvo necesidad de recurrir a ningún doble de sus películas. El
estreno de «Das Blue Licht» tuvo lugar el 24 de marzo de 1932 con un
éxito rotundo.
Leni
Riefenstahl realizó además un film inspirado en la Terra Baixa de Ángel
Guimerà, (Tierra Baja 1934), de la que el compositor Eugen d’Albert
había compuesto con anterioridad una ópera con el mismo nombre. Caída en
desgracia después de la Segunda Guerra Mundial, no pudo dirigir ningún otro
film. Sin embargo, realizó libros de fotografías en el Sudan,
concretamente con la tribu de los Nuba, y los Masai, admiradas hoy en todo el
mundo. Hasta los 72 años practicó
submarinismo, gracias a lo cual pudo realizar bellas filmaciones y fotografías
submarinas, en el Mar Rojo.
Una valerosa mujer que creyó en su obra y en su obsesión.
Redacción
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